|
Juan Camborda, un muchacho de quince años, se había
encontrado una billetera dentro de una combi, a la que subió para cumplir un
encargo de su padre. Él ayudaba a reparar los zapatos en el pequeño taller que
habían instalado en la puerta de su casa ¿Qué hacer con ella? Contenía una
buena suma de dinero que podía utilizar para provecho propio. Pero el muchacho
recordó todo lo que su mamá le había dicho sobre el valor de la honradez.
Especialmente vino a su memoria estas palabras: "No me importa que seamos
pobres, hijo, pero que tus manos sean limpias. Jamás dejes que se manchen con
algunos centavos que no valen gran cosa. Nunca tomes nada ajeno, porque el día
que empieces a manchar tus manos nunca más volverán a ser hermosamente blancas
como son ahora". Entonces pensó: "Esto no me pertenece. Aquí está la
dirección del dueño. Iré a devolverle su billetera".
-
¡Ahora qué comeremos! -repetía entre lágrimas la mujer.
Cuando
el hombre vio el noble gesto del joven, y a la vez lo observó modestamente
vestido, le dijo:
-
Realmente no tenías obligación de devolverme el dinero. Nadie sabía que tú lo
habías encontrado. Además con él podías haberte comprado varias cosas que
necesitas. Tú no lo habías robado.
-
Es cierto, señor -contestó el adolescente-, pero yo no quería vivir con un
ladrón dentro de mí. Y ya veo que usted necesita más que yo este dinero.
El
hombre lo abrazó y conmovido hasta las lágrimas le dijo:
- A veces yo he robado y me doy cuenta de lo mal que hice. Cuántos niños
habrán quedado sin comer por culpa mía, cuántas madres habrán sufrido.
Felizmente ahora tengo un trabajo honrado, y aunque no gano mucho es dinero limpio. Pero lo
más importante es que tú, que eres apenas un muchachito, me has enseñado el
valor de la honradez.
¡Nunca, te lo prometo, nunca volveré a
tocar algo que no me pertenece!
Juan Camborda esa tarde tuvo que caminar
casi diez kilómetros hasta su casa, pero estaba radiante de felicidad, lleno de
ese gozo que sólo sienten los corazones nobles cuando hacen algo bueno.
La ejemplar actitud de este humilde
muchacho hace pensar. Ciertamente, el que roba vive con un ladrón dentro de sí
mismo. ¿Y qué decir del que miente? ¿No vive acaso con un engañador dentro de
su alma? Y otro tanto podría afirmarse del egoísta, del orgulloso, del
envidioso, del que practica cualquier forma de maldad.
Enrique Graham (Recreado por D. H.)
I. Marca con un aspa aquellas palabras que corresponden al texto:
Juan
Camborda billetera llanta mercado zapatos
señor
II. Responde adecuadamente:
¿Quién
era Juan Camborda?
___________________________________________________________________
¿Qué pensó Juan luego de hallar la
billetera?
___________________________________________________________________
¿Cuál fue la reacción del hombre cuando le
entregó su dinero?
___________________________________________________________________
¿Tú hubieras hecho lo mismo que Juan? ¿por
qué?
___________________________________________________________________
III. Ordena con números estas ilustraciones de
acuerdo a la historia:


0 comentarios :
Publicar un comentario